
Tantos años después reencontrarme con ella hace que me sienta joven y osado de nuevo. La última vez que la vi corría por la pista de baile de Konstanz para alejarse de mi inconsciencia. Su capa roja ladeada insinuaba su esbelta figura que se iba sin darse la vuelta, sin despedirse. Y me dejó, solo, con una lágrima que empapaba mi parche de pirata, en mitad del baile de disfraces. Desde entonces, nada, la Nada.
Vivir sin ella ha sido como estar inmerso en un tarro de tinta denso y negro, rodeado de paredes de cristal que me han dejado ver pasar la vida sin poder participar de su curso. Sin ella, el tiempo es un pesado compañero.
Deposité hará un par de días una nota en su buzón. Si mi olfato no me engaña, sigue en Pádova. En unos minutos debería torcer esa esquina.... y reencontrarnos. Ojalá acuda a la cita...
Yo, tan nervioso, he dedicado toda la mañana a arreglarme, a presentarme hermoso y ufano, con mi corazón renovado, azul, blanco. Con un bolsillo leno de brillos rojos para mostrarle mi amor, con reflejos verdes... ¡Ah! ¡Es la hora! Parece que una sombra aparece tras la esquina...
Nino
Broche de fieltro: 6 euros
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