30 julio, 2008

san petersburgo by espita gorgorita

- San Petersburgo, exclama una voz femenina al fondo del local.
Bombis y Borombis sonrien cómplices.

- Esa foto pertenece a San Petersburgo, sin duda.

- ¿Está segura señorita? -
le cuestiona Bombis.
- Nunca tuve nada tan claro.-
responde la chica.

- Su información ha sido de gran ayuda para nuestra investigación así que querríamos tener un detalle con usted... ¿su nombre?
- ¡Espita Gorgorita! - dice con garbo.
- ¡Encantadas! Nuestro taller está a sus órdenes. Pídanos... y nuestros lápices, fieltros, agujas de coser y telas se pondrán a trabajar al instante.

- Pues...

25 julio, 2008

¡concurso! ¡se busca trapecio!


- Tengo sed, Bombiiiiiis...
- Eres peor que mi hija cuando salimos de casa, Borom. No podemos andar lejos, debió de vivir por esta zona. Está bien, refresquémonos un rato y aprovecharé para ir al lavabo, que no puedo más. Esa taberna parece agradable. Hala!
- (Y tú eres peor que mi madre cuando estás a punto de llegar a algún sitio, Bom) - pensó la amiga.
En cualquier lugar del mundo se pueden encontrar locales muy parecidos, todos con trastos viejos colgando de las paredes, sacos de café o de trigo repartidos como si llevasen allí toda una vida y tuviesen algún sentido, con sus surtidores de cerveza antiguos y el suelo de madera. Aquella taberna de Laussane podía haberse confundido con uno de esos, de no ser por el aire cargado de historias y decenas de años que allí se respiraba. También la mujer que les atendió tendría un millón de años, pero aún se movía con cierta destreza por el que, sin duda, había sido su mundo durante gran parte de su vida.
- Sí, en esa foto de ahí tienen a Henri Dunant, el del bigote, recién llegado de Solferino; aquí se quedó durante un tiempo. Volvió años más tarde a traerme un ejemplar de su libro. Ah, el reloj de cuco lo talló mi padre y todavía puede escucharse perfectamente... ahí tienen, las doce en punto... Edelweiss, edelweiss....
La señora Brunissen siguió hablando mientras nos servía un par de cervezas:
- Mmmm, cuánta gente ha pasado por aquí. Deportistas, políticos, relojeros, carpinteros, pintores, payasos, snobs, la lista es larga. En todas las paredes hay retazos de historias diferentes, curioseen si les apetece. Voy a sentarme un poco.
Marcos atestados de fotografías de tamaño carné, de postales, de servilletas garabateadas, de recortes de periódico y de una colección de carteles de exposiciones, funciones teatrales, muestras de botánica y fiestas populares. También alguno de circos ambulantes.
- Señora Brunissen, ¿y éste de aquí, lo recuerda? - gritó Borombis nerviosa.
- Déjenme pensar... Claro, ¡qué espectáculo tan maravilloso aquel circo! Se alojaron aquí; imagínense estas mesas llenas de payasos, enanos, mujeres barbudas, domadores y trapecistas. Realmente divertido. Venían de Italia, aunque el circo era ruso. ¡Qué trajes, qué colorido! Allí se fueron, a su casa. Y una muchacha, una trapecista, enviada a recoger las últimas pertenencias, me trajo el cartel desde la ciudad en la que se habían instalado. Un encanto.
***
¿Pero dónde? Por casualidad, de nuevo nos encontramos tras la pista de Nina, sin saber exactamente su destino. ¿La habéis visto por las extensas etepas siberianas? Si es así, ayudadnos, os daremos lo que queráis, un sueño hecho dibujo si es necesario (a uno entre todos los que nos guiéis por el buen camino)

06 julio, 2008

querido diario

Cada noche sueño con sus ojos y su pelo rizado que bambolea al ritmo de las piruetas que ejecuta a la perfección en lo alto de su trapecio. Sueño con paseos a su lado, con sus piernas esbeltas... pero no debo dejarme llevar por sentimentalismos.
Nina es una estrella del Circo de Konstanz y en estos momentos su posición social y su vinculación con los mayores exponentes de la vida cultural alemana nos resulta de gran interés.
Papá dice que es una oportunidad de oro para poder obtener diplomáticamente información oportuna que puede beneficiar a nuestro país y sus aliados antes de que estalle la guerra. Siento el peso de la responsabilidad política sobre mis gafas. Todavía no he podido finalizar la carrera y ya quieren que abandone Oxford.
Cada noche cierro los ojos deseando que aparezca su silueta envuelta en brillos y purpurina, que levante los brazos, que muestre su bella figura y sonría, me dedique un guiño cómplice antes de encaramarse como una enredadera en una cuerda.
No debe saber quién soy, no debe saber para quién trabajo, no debe saber la verdad... todo saldría mal y ella sufriría tanto... Seré aquel que ella espera, un divertido estudiante, trabajador y humilde, que la recoge noche tras noche para llevarla con su bicicleta a comer col verde con salchichas y una
Weizenbier en la Biergarten de la otra calle.

Nino

NINOS

Y Ninos apareció en nuestro taller, revolviéndolo todo: el orden, los colores, las ideas, el tiempo.
Y no había hecho más que empezar...