Mostrando entradas con la etiqueta nina dice. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta nina dice. Mostrar todas las entradas

08 febrero, 2009

como un roble

QUERCUS (del latín Quercus, roble o encina, relacionado con el celta Kaërquez; pronúnciese cuercus) es un género de árboles de gran porte por lo general, aunque también se incluyen arbustos.
Miro por la ventana en esta fría tarde y la ventisca arrastra las hojas de las encinas. Desde este refugio en el que me escondo de los brazos de Nino, contemplo las copas de estos magníficos árboles de los que nace un fruto duro, fuerte, la bellota.
Resguardando mis sentimientos en la copa del roble, él no me encontrará. El árbol me protegerá de sus engaños, de sus cantos de sirena.
En otros tiempos, él había sido como un Quercus, noble, fuerte, de gran porte, pero un día... se convirtió en un arbusto, espinoso y esquivo.
Seguiré observando desde la ventana las hojas de aquel árbol que fue.
Nina

25 enero, 2009

El engaño continua

Después de la visita a la bodega de Tanino a mí se me quedaron preguntas dentro. Si Nino era huérfano y de humilde familia, ¿cómo podía su padre ejercer la diplomacia? ¿Desde cuando era huérfano? ¿No es cierto que estos cargos gubernamentales los ocupan personalidades relevantes de un país? Las dudas iban carcomiendo la confianza que le profesaba y me armé de valor, decidí aclarar este asunto de una vez por todas.
Nino se echó a reir.
- ¿Pensabas que te estaba engañando? ¿Que pretendía ocultarte un gran secreto familiar, una fortuna, una herencia...? - Y se rió de nuevo.
- Bueno... yo... a mí no me hace gracia, Nino, qué quieres que te diga...
- No te enfades, mujer. Es culpa mía por no haberte contado antes que...
Y entonces empezó a narrarme la historia. Su padre, un humilde zapatero remendón participó voluntariamente en una guerra mundial como piloto, y fue condecorado al finalizar por su valentía y coraje en varias misiones terriblemente arriesgadas. Salvó vidas y procuró por todos aquellos que lucharon a su lado. El gobierno le otorgó como compensación un cargo de responsabilidad diplomática para que él y su familia pudieran vivir con desahogo... aunque pocos años más tarde, murieran todos menos Nino en un terrible accidente automovilístico y... Nino calló, visiblemente afectado.
Pero ¡ay! No fui capaz de detectar la mentira. En medio de aquellas palabras que no estaban exentas de verdad, se destilaba el engaño, la burla. El embaucador había logrado nuevamente llevarme a su terreno. Y lo odio por ello.

Nina.

01 diciembre, 2008

En los 300

Recuerdo una de nuestras últimas tardes juntos. Por aquellos días, yo tenía ya la sospecha que Nino me pediría en matrimonio durante el baile de disfraces. Quise mantener mi intuición en silencio y esperaba impaciente que llegara el día.
Era un martes por la tarde. Yo no tenía función y él había pedido libre el día en la imprenta.
Me explicó que muy cerca de nuestra ciudad tenía un buen amigo enólogo que poseía una bodega y unas viñas de las que nacía un estupendo vino a punto de romper el mercado.
Tanino nos acogió en sus instalaciones con todo el cariño que desprendía hacia Nino. Eran amigos desde hacía mucho, eso se notoba. La bodega, LOS TRESCIENTOS, tenía un recogido espacio con un par de bancos de madera y una larga mesa en la que se celebraban comidas para visitantes. Tanino nos ofreció una copa de su vino joven recién fermentado y luego, un crianza con sabor a cereza y ciruela... y otra copa, y otra... Y Nino cada vez hablaba con más fluidez, con más alegría. Tanino sonreía y yo les observaba. Estaban tan cómodos, parecía que se conocían tanto... Entonces, una frase de Tanino cayó sobre la mesa como un plomo.
-... y te acuerdas de cuando a tu padre le nombraron embajador de...
A mí se me helaron las mejillas. ¿Pero no era Nino un joven sin familia, humilde y sin pedigrí?

Nina

15 octubre, 2008

El orígen de la mentira

Casi un año después de haber tropezado una tarde de domingo, Nino y yo lucíamos una relación espléndida, salpicada de cortas excursiones a nuestro lugar secreto.
Todos los días disfrutábamos de un tiempo juntos antes de retirarnos a cenar.
Aunque sabía que él sentía por mí algo intenso, dudaba de sus planes de futuro conmigo. Yo no evitaba darle cuerda a mi romanticismo e imaginarme a su lado en una pequeña casita en el campo, con nuestros pequeños jugando al aire libre... Él, en cambio, nunca hablaba de lo venidero, nunca fantaseaba con una vida en común, ni tan solo parecía interesado en enseñarme la habitación alquilada en la que vivía.
Vagamente había querido explicarme que trabajaba en un periódico y que se encargaba de cargar de tinta los tarros de los redactores, entregar el correo y llevar paquetes de un lado a otro de la ciudad. Es cierto que sus dedos confesaban siempre una ligera huella negruzca que nunca logró manchar las caricias que me ofrecían.
Nino decía que su sueldo era escaso pero suficiente para la vida en soledad. No tenía familia apenas. Huérfano de padres, sólo un tío le carteaba, un tío inventor que vivía en Suiza.
Pasaban los días y poco a poco caí en la cuenta que Nino había mantenido un cerco de seguridad entorno a su intimidad: su casa, su familia, su trabajo... Me mosqueé, la verdad, y resuelta le exigí que mostrase su compromiso de alguna forma. Debí asustarle pues pocos días después me anunció la llegada de Zepelinino, su tío suizo, que pasaría unos días en Konstanz por asuntos de negocios y quería presentarme como su novia. ¡Por fin!
Nina

10 octubre, 2008

The secret garden

Llevábamos dos meses viéndonos. Después de la función él me venía a buscar con su bicicleta y me acomodaba en una sillita de mimbre que había instalado delante del sillín para que mis paseos a dos ruedas fuesen más cómodos. Me acompañaba a casa y de camino parábamos en un pequeño café a tomar un chocolate caliente y a mirarnos al amparo de su aroma. Los primeros días fueron tímidos pero después de dos semanas de recato Nino se atrevió a cogerme de la mano. Desde entonces, entrelazabamos los dedos y hacíamos equilibrismos con la cucharilla para ir sorbiendo la delicia azucarada que nos servían por un precio modesto. Siempre invitaba él y estaba convencida que ese gasto había aumentado sus apuros para pagar el alquiler.
Un sábado en el que no tuve función, a primera hora de la mañana se presentó en mi apartamento. Me vendó los ojos con un pañuelo de algodón recién planchado y me acompañó a mi trono de mimbre. Pedaleó durante un largo rato en el que no cesó de darme conversación. No quería desvelar nuestro destino. Dijo que era un lugar único que sólo él conocía y que deseaba compartirlo conmigo.
Al llegar, me desnudó los ojos y frente a mí, un paraje acogedor se ofrecía. Campo, flores, árboles frutales, pájaros y rayos de sol se asomaban para saludarme y presentarme sus verdes, rojos, amarillos y naranjas.
Alegría en las manos de Nino que asió un pedacito de paraíso para regalarmelo.

Nina

21 agosto, 2008

El día que me quieras


Lo conocí en Konstanz un domingo de mayo.
Le había visto decenas de veces entre el público y su cara empezó a resultarme familiar. Después de la función, solía revolotear por los puestos que vendían golosinas, juguetes de madera, limonada y postales con los héroes del circo. Yo, todavía engalanada por el maquillaje y la purpurina, desfilaba ante él disimulando no haberle reconocido. El encuentro-no encuentro se repetía una y otra vez hasta que por fin, esa tarde de domingo, la ocasión se presentó. Los aparentes pero aviejados zapatos que calzaba todos los días dieron la oportunidad a la galantería de Nino. Yo salía de la puerta de actores moviéndome con gracia y una cierta altivez, sabiéndome admirada, cuando ¡Cras!, un tacón se partió en seco propiciando mi caída que aunque no aparatosa, si levantó un cierto revuelo entre los concurrentes. Nino acudió a socorrerme y me miró a los ojos por primera vez después de tantos intentos. Le sonreí mientras una pequeña lágrima de dolor traídora se descolgó. Me levantó con la misma facilidad que lo haría el "hombre forzudo" y en brazos me llevó hasta su vehículo, su bicicleta.

- Disculpe que no pueda llevarla en un medio más adecuado... pero es todo lo que tengo.
En ese momento, contemplando su cara de humilde ofrecimiento, supe que iba a vivir siempre con él.

Nina

17 agosto, 2008

El retiro

Alguien podría pensar que soy cobarde, que me asusta ser feliz.
Alguien podría decir que si no exprimo la vida hasta sus últimas gotas, no habré vivido.
Alguien podría murmurarle a otro al oído que exagero cuando digo que Nino miente, que es desleal.
Alguien podría creer que no tengo motivos suficientes para no querer continuar una historia que quedó en el pasado sepultada.
Alguien podría venir a decirme que me precipito, que no debo cerrarle las puertas al destino.
Alguien podría criticarme sólo para intentar ayudarme.
Alguien podría compadecerse de Nino y de sus vacuos intentos
por
conquistarme de nuevo.
Alguien podría entender que no soy justa al negarle todo contacto conmigo, al no permitirle saber dónde estoy.
Alguien podría considerarme cruel al no ayudar a esas dos pobres chicas que tienen su futuro en las manos de ese personaje...
Alguien podría mirarme a los ojos y decirme que ya basta, que quizás sea hora de perdonar y ser feliz, que quizás...
Pero yo digo que quizás alguien debería saber mi historia para entender mi retiro.

Nina.

29 junio, 2008

la llamada de Nina o La bohème

Quando men vo soletta per la via,
La gente sosta e mira
E la bellezza mia tutta ricerca in me
Da capo a pie'...

- Alló, alló
- Buenas tardes, ¿podría hablar con Bombis o Borombis?
- Habla con una de ellas, dígame.
- Soy Nina.
Silencio sorprendido al otro lado del auricular.
- Em... Ho... Di...
- Seré breve, no tengo mucho tiempo. Mi amigo el taquillero de Konstanz me informó recientemente de su interés por conocer mi paradero y también el de un personaje que formó parte de mi pasado cuando viví en esa ciudad. Desconozco con qué fin le persiguen pero sé que no van a hallarle a través de mí. No les puedo decir dónde resido, no quiero que él me encuentre...
- Perdone, Nina. Si nos permite el atrevimiento... ¿Por qué no desea volver a verle? Después de tantos años quizás aquella historia del baile pueda cerrarse y encontrar otro final más tierno...
- Discúlpenme queridas pero creo que ese episodio no es de su incumbencia, pero voy a confesarles algo. Yo debía casarme con él. Esa noche nos prometíamos...
- ... y algo sucedió, algo le dijo Nino que...
- Él no era quién decía ser, él no era el chico humilde y trabajador que me había conquistado con sus sueños de un futuro sencillo y estable. Dijo: "Mi familia es una de las más reputadas y acaudaladas de Inglaterra. Estoy aquí con fines diplomáticos pues la situación política en este país es crítica. Estallará la guerra y entonces quiero que vengas conmigo a Londres y ocupes el cargo que te corresponde como mi señora esposa. No podía decírtelo antes, debes comprenderlo".
- Ese era su secreto. Eso fue lo que hizo que usted huyera despavorida.
- Mentiras. Nino es una mentira. Yo no podía ir... no podía creer que...
Tu-tu-tu-tu-tu-tu
Colgó.

NINOS

Y Ninos apareció en nuestro taller, revolviéndolo todo: el orden, los colores, las ideas, el tiempo.
Y no había hecho más que empezar...