29 enero, 2010

13 enero, 2010

nuestras navidades


De un año a otro, no recordaba prácticamente ninguno de los nombres
de todas ellas y los lugares y palacios en los que habían vivido.
Lo que jamás he olvidado son sus vestidos, todos tan elegantes y festivos.
A mi madre llegaron a regalarle uno, parecía que la habían incluido en la
familia: una cabaretera con un traje de etiqueta, con un vestido que
había pertenecido a la realeza. Pero el hábito no hace al monje,
seguían pensando en el círculo de la familia de mi padre, y ella podía percibirlo.
¡Pero cómo lucían los encajes en su cuerpo grácil y natural!
Cierro los ojos y puedo verla, con una flor al cuello, bajando la escalera que
llevaba
al salón donde esperaba la mesa magnífica y la vajilla de porcelana
para la cena
de Nochebuena... Todas la navidades repasábamos las fotos de
la familia, y ellas, las
MeNinas, en pequeños lienzos, también nos observaban
a nosotros.

¿Podré volver a casa de mis abuelos y retomar esa tradición, acompañado
de quienes quiero? Menos mal que mis nuevas amigas lo desean tanto como yo
y han prometido ayudarme...

NINOS

Y Ninos apareció en nuestro taller, revolviéndolo todo: el orden, los colores, las ideas, el tiempo.
Y no había hecho más que empezar...