25 julio, 2008

¡concurso! ¡se busca trapecio!


- Tengo sed, Bombiiiiiis...
- Eres peor que mi hija cuando salimos de casa, Borom. No podemos andar lejos, debió de vivir por esta zona. Está bien, refresquémonos un rato y aprovecharé para ir al lavabo, que no puedo más. Esa taberna parece agradable. Hala!
- (Y tú eres peor que mi madre cuando estás a punto de llegar a algún sitio, Bom) - pensó la amiga.
En cualquier lugar del mundo se pueden encontrar locales muy parecidos, todos con trastos viejos colgando de las paredes, sacos de café o de trigo repartidos como si llevasen allí toda una vida y tuviesen algún sentido, con sus surtidores de cerveza antiguos y el suelo de madera. Aquella taberna de Laussane podía haberse confundido con uno de esos, de no ser por el aire cargado de historias y decenas de años que allí se respiraba. También la mujer que les atendió tendría un millón de años, pero aún se movía con cierta destreza por el que, sin duda, había sido su mundo durante gran parte de su vida.
- Sí, en esa foto de ahí tienen a Henri Dunant, el del bigote, recién llegado de Solferino; aquí se quedó durante un tiempo. Volvió años más tarde a traerme un ejemplar de su libro. Ah, el reloj de cuco lo talló mi padre y todavía puede escucharse perfectamente... ahí tienen, las doce en punto... Edelweiss, edelweiss....
La señora Brunissen siguió hablando mientras nos servía un par de cervezas:
- Mmmm, cuánta gente ha pasado por aquí. Deportistas, políticos, relojeros, carpinteros, pintores, payasos, snobs, la lista es larga. En todas las paredes hay retazos de historias diferentes, curioseen si les apetece. Voy a sentarme un poco.
Marcos atestados de fotografías de tamaño carné, de postales, de servilletas garabateadas, de recortes de periódico y de una colección de carteles de exposiciones, funciones teatrales, muestras de botánica y fiestas populares. También alguno de circos ambulantes.
- Señora Brunissen, ¿y éste de aquí, lo recuerda? - gritó Borombis nerviosa.
- Déjenme pensar... Claro, ¡qué espectáculo tan maravilloso aquel circo! Se alojaron aquí; imagínense estas mesas llenas de payasos, enanos, mujeres barbudas, domadores y trapecistas. Realmente divertido. Venían de Italia, aunque el circo era ruso. ¡Qué trajes, qué colorido! Allí se fueron, a su casa. Y una muchacha, una trapecista, enviada a recoger las últimas pertenencias, me trajo el cartel desde la ciudad en la que se habían instalado. Un encanto.
***
¿Pero dónde? Por casualidad, de nuevo nos encontramos tras la pista de Nina, sin saber exactamente su destino. ¿La habéis visto por las extensas etepas siberianas? Si es así, ayudadnos, os daremos lo que queráis, un sueño hecho dibujo si es necesario (a uno entre todos los que nos guiéis por el buen camino)

5 comentarios:

  1. Qué ganas de que déis con ella, me tenéis enganchada!

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  2. a cada historia le sumáis más emoción...

    _besos
    (venencia, ailofyou)

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  3. que historia mas bonita..y sobre todo en laussanne y el circo..no seria el circo knie por casualidad? aqui el circo es toda una institucion y a Berna viene por lo menos tres veces al año!
    besos

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  4. Me dijeron que la vieron en San Petersburgo...

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NINOS

Y Ninos apareció en nuestro taller, revolviéndolo todo: el orden, los colores, las ideas, el tiempo.
Y no había hecho más que empezar...