Los lunares llegaron sin avisar. Una pequeña comitiva de tímidos puntitos blancos dio paso, en cuestión de horas, a un cambio de vestuario de la ciudad. Se vistió de hielo esponjoso, cubrió bancos, calles, aceras, estatuas, puentes y tejados para que nada nos distrajera... así podríamos admirarla a ella, a la ciudad, sin usarla, sin vivirla. Todo se detuvo para que pudiésemos mirarla.
Y en esa quietud, tan excepcional en estas tierras, empezamos a medirnos en otra escala. Preguntad a cualquiera de por aquí... ¿que edad de nieve tienes?
En Madrid la nieve aún está por nacer :)
ResponderEliminarla ciudad quieta. qué extraño sólo pensarlo...
ResponderEliminarLos lunares siempre llegan sin avisar y aviso: siempre se quedan. ;)
ResponderEliminarCuando era pequeña pensaba que se podia guardar en un bocal… muy rapido me di cuenta que no, y, pasando los años, la vida me enseño que eso no solo pasa con la nieve.
ResponderEliminarQué bonito es un paisaje nevado!... aunque prefiero el calor del verano y la arena de la playa, la verdad. :)
ResponderEliminarNieve es bonito, pero prefiero no estar presente!! la verda, que hoy en Madrid parece que estamos en primavera.
ResponderEliminarMe encanta la ilustracion!!
besos, laura
se me olvidaba la "d" de verdad, jajajajajaja ... no se puede ir tan acelerada
ResponderEliminarbesos