- Dos terrones, gracias. Y Bombis sonríe mientras alarga la taza de té a N.Smith para que añada el dulce.
- Verán, queridas, hace años que no veo a mi hijo. Por fortuna, mis hermanos Ninotchka y Zepelinino han contactado con él y me confirman que está bien de salud. Por desgracia mi hijo no ha acudido a mí en estos últimos días... para mí hubiera sido...
- Perdonenos, N.Smith. Nosotras llevamos meses buscándolo y creíamos que si su intención última era reencontrarse con su pasado, ¿qué mejor que hacerlo con su padre al que no ve desde hace tanto tiempo?
- Se han equivocado de llave. La que abre el camino hacia Nino es Lizaminina, mi ex-esposa. Ella y yo nos separamos cuando Nino era un muchacho que correteaba en pantalón corto por el patio. Ella y yo nos habíamos llegado a querer tanto... Nuestros procederes eran dispares. Todo el mundo apostaba poco por nuestro matrimonio y durante el embarazo de Lizaminina, nos reíamos de los tontos desconfiados que no habían dado ni una libra por nuestro amor. Ella trabajó en un cabaret berlinés durante un par de años. Yo la conocí en él, me enamoré de su silueta, de sus largas piernas, de sus pestañas interminables. Días más tarde su sentido del humor y su eterna sonrisa me llevaron de la mano. Hasta que una noche de domingo, recién cumplidos los cuatro años de Nino, ella quiso volver a actuar. Yo al principio accedí sin reparos pero poco a poco empecé a sentir como corría la serpiente de los celos en mí y fui encontrando peros. El malhumor marcó las tardes de función y las noches de estreno. No nos veíamos, no nos queríamos ni ver. Ella intentó por todos los medios demostrarme su incondicional estima pero yo ya estaba lejos, encerrado en una cajita de cemento sin permitir que la verdad penetrase en mí.
La perdí, sí, la perdí. Y mi hijo sintió la huída de su madre como la suya propia. Desde ese día, él también se fue un poco, dolorido por una culpa que no le pertenecía. Hasta el día de hoy sigue vagando con el pasado a cuestas... Snif.
- Y... ¿Dónde vive ahora la madre de Nino? ¿Sabe dónde podríamos encontrarla?
- Lo siento, queridas. Nunca más volví a cruzármela.
Otra vez parece que la puerta se cierra, pero seguro que encontráis una ventana... verdad que sí?
ResponderEliminar¡Qué preciosa instantánea, Sr. Smith!
ResponderEliminar(a mí póngame tres terrones, por favor...)
:)
Ay N. Smith, qué malos son los celos!
ResponderEliminarCuánto dice una historia cuando alguien la cuenta con sentimiento... ójala Nino pudiera haber escuchado a su padre y quien sabe si Lizaminina...
Precioso dibujo.
jajajaja,,Es que este blog irradia magiaaa!!!!
ResponderEliminarGracias por pasar simpreeee!!!..yo mir todos, pero por cuestion de tipo, respondo muy pocas vecess!!!
Un besote reinaaaaaaaaasssssª!!
Buena semana!
Lau
mecachis! esta es la antítesis de la familia nuclear! Voy a hacer una cloecta para comprarles móviles o abrirles un perfil en el facebook!
ResponderEliminarSois lo mejor, siempre me sacáis una sonrisilla, de verdad que me encanta leer vuestros comentarios. Os sigo para ver qué hace ninos, porque ando perdida. Un besote.
ResponderEliminarqué historia tan triste...
ResponderEliminareran la pareja perfecta, como esos dos de la foto!
_un besazo
Creeis que si le ponemos como cebo un anillo de ganchillo vendría???? De que color le gustaría a Lizaminina? ROJO PASION?
ResponderEliminarPreciosa historia, como siempre!
ResponderEliminarHola! habia pasado muchas veces por aqui y no se si algun dia me habia atrevido a comentar pero hoyno lo he podido resistir les he pegado un repaso a todos los broches y me he quedado alucinada, son tan bonitos!! Muchas felicidades!!!
ResponderEliminarLinda historia¡¡
ResponderEliminarSaludos
Celia
Un poco de magia en forma de premio
ResponderEliminaros espera en La Azotea...
Gracias por ser tan especiales!!
Besos de Zarzaparrilla!