07 julio, 2009

Desvío de la rectitud

Volverá a por mí. Lo presiento. Como aquella noche en la que, siendo joven, escapó de la vigilancia de sus padres y se adentró en la espesa humareda de aquel club para sentir la música de cerca. Él, que había aprendido de la mano del maestro Tárrega, jamás se había separado de la rigidez de sus partituras, pero había oido hablar de aquellas sesiones... Sus dedos empezaron a contagiarse del ritmo imperante en el club y casi ciego de emoción no dudó en subir al escenario con su guitarra. Tocó toda la noche, hiló melodías que jamás hubiese imaginado crear, improvisó como sólo haría de nuevo una vez en su vida al declarar su amor por quien, según su familia, no le convenía.
A pesar de todo, sabía que los tentáculos de la música volverían a por él, a arrastrarle a lo que le había unido a Lizaminina en secreto sin que ella lo supiera, a inyectarle de nuevo esa espontaneidad que quedaba tan lejana a su imagen proyectada...

3 comentarios:

  1. Gracias guapa!
    Ya ves que todos tienen golpes escondidos.
    Esperamos que el veranito transcurra tranquilo y agradable.

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  2. Ohhh, qué bonito.
    Feliz fin de semana.

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NINOS

Y Ninos apareció en nuestro taller, revolviéndolo todo: el orden, los colores, las ideas, el tiempo.
Y no había hecho más que empezar...